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sábado, 25 de abril de 2009

Comunicacion y persuasion


La meta de la comunicacion eficaz debe ser que el que escucha diga , "Yo también" en vez de "¿Y a mi qué?"

Aprenda a expresarse, no a impresionar. No es tanto la materia que se cubre, como el modo en que se cubre. Sea breve en la parte de su exposición que se refiere a la lógica y las razones. Probablemente hay como mil cosas distintas que decir de un automóvil, pero no hacen falta todas para tomar una decisión. Con media docena basta.

Mejor es disminuir que exagerar. Deje que los demás se sorprendan al ver que todo era más de lo que usted prometio y más fácil de lo que usted dijo.

Para lograr una comunicación eficaz, sea breve.No se puede decir lo que no se sabe. No se puede compartir lo que no se siente. No se puede traducir lo que no se tiene. Y no se puede dar lo que no se posee.

Para darlo y compartirlo, y para que sea eficaz, primero hay que tenerlo, la buena comunicación empieza con la buena preparación.

La comunicación eficaz se compone en un 20% de lo que uno sabe y en un 80% de lo que uno piensa sobre lo que sabe.Uno es poderoso cuando lo que dice es apenas la punta del témpano de lo que sabe.

Con solo comunicarse, ya se sale adelante.

Pero si uno se comunica con arte, puede lograr milagros. No confunda la cortesía con el consentimiento. Es tan fácil equivocarse al hablar si se descuida uno. Suponga que usted quiso decir "¿Por que te afliges?" y lo que salió fue "Y a ti que te pasa"

La verdadera persuasion viene de poner más de uno mismo en todo lo que se dice.

La palabra tiene su efecto: La palabra cargada de emoción tiene un efecto poderoso.

Tenga cuidado de no usar la jerga de los iniciados con el resto del mundo.

viernes, 30 de enero de 2009

La tristeza y la furia


En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizá donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta... donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas... había una vez una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores y donde miles de verdes se reflejaban permanentemente...
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse, haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y, desnudas, entraron al agua.
La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aún, salió del estanque...
Pero la furia es ciega, o por lo menos, nos distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró, que resultó no ser la suya, sino la de la tristeza...
Así vestida de tristeza, la furia desapareció en el bosque.
Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y, sin apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del agua. Ya en la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.
Así nos sucede a todos. Avasallados por un dolor que nos inunda, decidimos cambiar -sin ser conscientes de lo que hacemos- nuestro dolor por el enojo. En algún lugar creemos que manejamos mejor a éste que a aquél. Nos enojamos con la muerte de un ser querido. Nos ponemos furiosos con la infidelidad del ser amado. Conectamos con la ira cuando las cosas públicas de nuestro querido país no terminan de acomodarse. Reprochamos, enojados, a nuestro mejor amigo que nos tiene un poco olvidados...
En realidad, detrás de todas estas reacciones, una emoción más aunténtica nos invade. Nos duele, nos apena, nos lastima, nos entristece.
Como profesional de la salud y como investigador de la conducta humana, le puedo asegurar que sería mejor aprender y ejercitar el conectarnos cada vez más con nuestras emociones, cualesquiera que sean.
Hoy le propongo que dejemos de escondernos detrás de nuestra furia. Le propongo llorar en vez de gritar. Le propongo sentir su tristeza en lugar de su enojo. Le propongo poner en palabras lo que siente, en lugar de dañar a los que quiere para tapar su dolor.
No es un camino fácil ni placentero pero es, sin lugar a dudas, el camino más corto a nuestro desarrollo como personas y a la conquista del mayor de los desafíos: animarnos a ser quienes somos.