sábado, 30 de mayo de 2009

LA ESENCIA DEL TRIUNFO


Cuando el crío de una jirafa nace, es expulsado desde el vientre de su madre y cae, desde una altura de casi dos metros, hasta el suelo. Por lo general cae de espaldas. Aturdido y tembloroso, rueda hasta poner sus patas bajo su cuerpo e intenta, por mero instinto, levantarse. Pero, en cuanto logra incorporarse, su madre lo empuja con su cuello y lo tira nuevamente al suelo. Intenta una y otra vez... pero encuentra siempre la misma respuesta de su madre y el proceso se repite varias veces. Cuando, finalmente, logra ponerse en pie sin que sus patas tiemblen, la madre lo empuja una vez más e intenta hacerlo caer. Si cae deberá levantarse de nuevo hasta poder resistir el embate de su madre. Lo anterior sólo tiene una explicación y un nombre: se llama supervivencia. Y es que las jirafas recien nacidas deben aprender a pararse rapido y caminar, para poder moverse con la manada. Esa es su única posibilidad de supervivencia. El duro, pero eficaz aprendizaje provocado por la madre fortalece al recien nacido y, sin duda, le salva la vida.

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